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viernes, 25 de marzo de 2011

FELIZ FIESTA DE LA RENOVACIÓN‏

El 25 de marzo, día de la Encarnación, renuevan sus votos las Hijas de la Caridad, estas mujeres que han consagrado su vida a Dios. Ellas han sido llamadas a servir a Jesucristo en la persona de los pobres y marginados en espíritu de humildad, sencillez y caridad. Motivadas por el amor de Cristo y fortalecidas por una profunda vida de oración, viviendo en comunidad, y apoyándose en una misión común de servicio.
Además de los votos de pobreza, castidad y  obediencia hacen un voto especial de servicio a los pobres. Estos votos son ‘no-religiosos’, anuales y siempre renovables. La Iglesia las reconoce como Sociedad de Vida Apostólica.


Por eso ellas están al lado de los que sufren en hospitales, con los más desfavorecidos en albergues, con los grandes olvidados de la sociedad: los ancianos, con los más desamparados.

Nunca se les agradecen lo bastante su labor hacía los más pobres, por todo esto y por tantas cosas, muchas gracias y enhorabuena , porque han encontrado en el servicio a los demás la mejor manera de seguir a Dios.


Su Animación Misionera, les lleva a ese convencimiento y esperanza que la Misión ocupa un puesto muy importante en el plan de Dios, si la misión ha sido confiada a toda la Iglesia, esta misión tiene que ser tarea de todos. Esta responsabilidad radical es la que debe convertirse en criterio básico. El horizonte de la evangelización tiene una universalidad sin fronteras, que ha de llegar hasta las regiones más remotas.  La Iglesia tiene como inspiración más profunda la palabra del Maestro: ¡id a todo el mundo!, ¡a toda criatura!, ¡hasta los confines de la tierra! Es propio del Carisma Vicenciano: Evangelizar a los Pobres