Nos acercamos a la figura del catequista o delegado de
comunidad Abel Fwalanga, zambiano, en la parroquia de Kankolonkolo de la
Diócesis de Solwezi que con sus 57 años sigue respondiendo generosamente a la
llamada de Dios de evangelizar a su propia gente. Ba (señor)
Fwalanga, cuéntanos de dónde eres, tu familia y tus primeros pasos en la fe.
Tengo 57
años y nací en Zambezi, en un poblado
junto al gran río que da nombre a Zambia. Mis padres son de la tribu Luvale, y
así lo soy yo también y todos mis hermanos. Mis padres no eran católicos sino
de la UCZ, United Church of Zambia (iglesia protestante). Siendo niño conocí a
un catequista católico que vino a nuestra casa y a partir de ahí empecé a tener
relación con la Iglesia Católica aunque sin participar mucho. En 1980, con 24
años, vine a Kasempa para trabajar como vigilante en un comercio y es donde
conocí a Sarah, la que con el tiempo será mi mujer. Unos años después, en 1989,
recibí junto con Sarah el bautismo y el matrimonio de manos del Padre Nicolás,
natural de Nigeria. De nuestro matrimonio nacieron dos hijos.
¿Cómo y por qué te hiciste catequista?¿qué es lo que te
empujó?
Después de
recibir el bautismo me empezó a dar vueltas la idea de poder participar de un
modo más activo en la parroquia de Kasempa. Me gustó mucho la catequesis
recibida para el bautismo y el matrimonio y me pregunté por qué no poder ser yo
también catequista para ayudar a los demás a conocer mejor a Jesús y a Dios. En
1997 empecé en la Escuela de Catequistas de la Diócesis en Solwezi, recién
inaugurada, la formación de 3 años para ser Ministro de la Palabra y Catequista.
A partir de ahí empecé a trabajar como Catequista en la parroquia de St. Andrew
en Kasempa.
¿Cómo viniste a parar a este centro de
Nselauke?
En
el 2001, Fr. Mobela, cura local, vio cómo la población de Nselauke, a 45kms de
Kasempa, estaba creciendo mucho y no había un catequista que se hiciera cargo
de la instrucción de catecúmenos, catequesis de jóvenes y niños… Me preguntó si
estaría dispuesto a ir allí. Yo le respondí que sí, que para eso me había hecho
catequista, para ayudar allí donde más se necesitara. Así que con mi familia
vine aquí. Me encontré una Iglesia sin vida, sin catequesis, con poca gente,
con poco interés. Empecé a visitar a las familias y animarlos a participar los
domingos; creamos dos Comunidades Cristianas de Base para que los cristianos
pudieran compartir su fe y aprender al mismo tiempo. También empecé a visitar
los centros más cercanos, para animar a los Ministros de la Palabra a ser
constantes, a encontrarnos de vez en cuando.
Hace 8
años, un misionero joven, Gabriel, vino a tu poblado para estar contigo 6
meses, para aprender la lengua local, conocer mejor a los Kaondes y compartir
la fe que nos une. ¿Qué te pareció la experiencia?
Fue una
gran sorpresa para mí y mi familia porque creíamos que un “muzungu” (un blanco)
no podría vivir como nosotros vivimos y comer como nosotros comemos. Fue una
experiencia muy bonita y agradecemos a Dios este regalo para nuestra familia y
toda la Comunidad que le consideraron como uno más, uno de nosotros. Ahora es
sacerdote con nosotros, así que nos alegramos mucho de haberle ayudado a
conocer mejor nuestra lengua y costumbres.
Tú ya
tienes 57 años. No eres un mulumendo (muchacho) para hacer tantos kilómetros en
bici, para estar todos los fines de semana disponible para la catequesis de
adultos, pequeñas comunidades cristianas, para ser el catequista coordinador de
la Zona 2… ¿de dónde sacas la fuerza?
(Se ríe)… A Dios gracias me encuentro bien de salud, con una
vida sana y eso se lo debo a la fe que un día Dios me dio, en la que he
crecido, la que quiero compartir. Cuando voy a Nyansonso cada tres semanas, el
pueblo más lejos de aquí, (a 40kms de distancia) pienso en la gente que me voy
a encontrar, los que esperan que mis palabras les ayude, a los que estoy
preparando para recibir los sacramentos. Sin duda es la fe la que me da fuerzas
para seguir adelante con mi tarea sin esperar recompensa por mi trabajo.
¿Qué te
gustaría decir a “tus colegas”, a los catequistas de todo el mundo,
especialmente los africanos?
Animarles
a todos mucho, ser fuertes en las dificultades, tenemos una labor muy
importante y podemos ayudar mucho en nuestras parroquias e iglesias. Hay una
cita que me gusta mucho: 2Cor. 5,20 que nos recuerda que somos embajadores
de Cristo; tenemos que trabajar codo con codo con nuestros
sacerdotes, ellos sólos no pueden con todo el trabajo para hacer que la fe
empape los corazones de la gente. Como dijo el Papa en Uganda (Pablo VI)
tenemos que ser “africanos de verdad y cristianos de verdad” y los catequistas
somos responsables de evangelizar a nuestra propia gente, evangelizar desde
nuestras tradiciones y cultura.
Twasanta
bingi (muchas gracias) Ba Fwalanga. Twasanta
aneba.(gracias a ti).