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miércoles, 29 de enero de 2014

ENTREVISTA AL CATEQUISTA ABEL FWALANGA (ZAMBIA)

Nos acercamos a la figura del catequista o delegado de comunidad Abel Fwalanga, zambiano, en la parroquia de Kankolonkolo de la Diócesis de Solwezi que con sus 57 años sigue respondiendo generosamente a la llamada de Dios de evangelizar a su propia gente. Ba (señor) Fwalanga, cuéntanos de dónde eres, tu familia y tus primeros pasos en la fe.
            Tengo 57 años y nací  en Zambezi, en un poblado junto al gran río que da nombre a Zambia. Mis padres son de la tribu Luvale, y así lo soy yo también y todos mis hermanos. Mis padres no eran católicos sino de la UCZ, United Church of Zambia (iglesia protestante). Siendo niño conocí a un catequista católico que vino a nuestra casa y a partir de ahí empecé a tener relación con la Iglesia Católica aunque sin participar mucho. En 1980, con 24 años, vine a Kasempa para trabajar como vigilante en un comercio y es donde conocí a Sarah, la que con el tiempo será mi mujer. Unos años después, en 1989, recibí junto con Sarah el bautismo y el matrimonio de manos del Padre Nicolás, natural de Nigeria. De nuestro matrimonio nacieron dos hijos.


¿Cómo y por qué te hiciste catequista?¿qué es lo que te empujó?
            Después de recibir el bautismo me empezó a dar vueltas la idea de poder participar de un modo más activo en la parroquia de Kasempa. Me gustó mucho la catequesis recibida para el bautismo y el matrimonio y me pregunté por qué no poder ser yo también catequista para ayudar a los demás a conocer mejor a Jesús y a Dios. En 1997 empecé en la Escuela de Catequistas de la Diócesis en Solwezi, recién inaugurada, la formación de 3 años para ser Ministro de la Palabra y Catequista. A partir de ahí empecé a trabajar como Catequista en la parroquia de St. Andrew en Kasempa.

¿Cómo viniste a parar a este centro de Nselauke?                                                          En el 2001, Fr. Mobela, cura local, vio cómo la población de Nselauke, a 45kms de Kasempa, estaba creciendo mucho y no había un catequista que se hiciera cargo de la instrucción de catecúmenos, catequesis de jóvenes y niños… Me preguntó si estaría dispuesto a ir allí. Yo le respondí que sí, que para eso me había hecho catequista, para ayudar allí donde más se necesitara. Así que con mi familia vine aquí. Me encontré una Iglesia sin vida, sin catequesis, con poca gente, con poco interés. Empecé a visitar a las familias y animarlos a participar los domingos; creamos dos Comunidades Cristianas de Base para que los cristianos pudieran compartir su fe y aprender al mismo tiempo. También empecé a visitar los centros más cercanos, para animar a los Ministros de la Palabra a ser constantes, a encontrarnos de vez en cuando.

            Hace 8 años, un misionero joven, Gabriel, vino a tu poblado para estar contigo 6 meses, para aprender la lengua local, conocer mejor a los Kaondes y compartir la fe que nos une. ¿Qué te pareció la experiencia?
            Fue una gran sorpresa para mí y mi familia porque creíamos que un “muzungu” (un blanco) no podría vivir como nosotros vivimos y comer como nosotros comemos. Fue una experiencia muy bonita y agradecemos a Dios este regalo para nuestra familia y toda la Comunidad que le consideraron como uno más, uno de nosotros. Ahora es sacerdote con nosotros, así que nos alegramos mucho de haberle ayudado a conocer mejor nuestra lengua y costumbres.

            Tú ya tienes 57 años. No eres un mulumendo (muchacho) para hacer tantos kilómetros en bici, para estar todos los fines de semana disponible para la catequesis de adultos, pequeñas comunidades cristianas, para ser el catequista coordinador de la Zona 2… ¿de dónde sacas la fuerza?
(Se ríe)… A Dios gracias me encuentro bien de salud, con una vida sana y eso se lo debo a la fe que un día Dios me dio, en la que he crecido, la que quiero compartir. Cuando voy a Nyansonso cada tres semanas, el pueblo más lejos de aquí, (a 40kms de distancia) pienso en la gente que me voy a encontrar, los que esperan que mis palabras les ayude, a los que estoy preparando para recibir los sacramentos. Sin duda es la fe la que me da fuerzas para seguir adelante con mi tarea sin esperar recompensa por mi trabajo.

            ¿Qué te gustaría decir a “tus colegas”, a los catequistas de todo el mundo, especialmente los africanos?
            Animarles a todos mucho, ser fuertes en las dificultades, tenemos una labor muy importante y podemos ayudar mucho en nuestras parroquias e iglesias. Hay una cita que me gusta mucho: 2Cor. 5,20 que nos recuerda que somos embajadores de Cristo;  tenemos que trabajar codo con codo con nuestros sacerdotes, ellos sólos no pueden con todo el trabajo para hacer que la fe empape los corazones de la gente. Como dijo el Papa en Uganda (Pablo VI) tenemos que ser “africanos de verdad y cristianos de verdad” y los catequistas somos responsables de evangelizar a nuestra propia gente, evangelizar desde nuestras tradiciones y cultura.


            Twasanta bingi (muchas gracias)  Ba Fwalanga. Twasanta aneba.(gracias a ti).