La Cuaresma es un tiempo de
renovación para la Iglesia, las comunidades y para cada creyente. Pero sobre
todo es un “tiempo de gracia”.
Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes. Él no es indiferente a
nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro
nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos…., su amor le impide ser
indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos
sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás, algo que Dios Padre no hace
jamás…., entonces nuestro corazón cae en la indiferencia. Esta actitud
egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial: “globalización de la indiferencia”.
La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real para los
cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los
Profetas que levantan su voz y nos despiertan. Dios ama al mundo hasta el
punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en
la vida terrena, en la muerte y en la resurrección del Hijo de Dios,
Jesucristo, se abre definidamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el
cielo y la tierra.
1º
“Si un miembro sufre, todos sufren con él” La Iglesia ofrece la “caridad de Dios que rompe esa cerrazón
mortal, en nosotros mismos, de la indiferencia”. Sin embargo, nadie puede
testimoniar lo que antes no ha experimentado, como ocurrió el Jueves Santo,
cuando Pedro comprende que el servicio de lavar los pies los unos a los otros
“sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo. Sólo
éstos tienen ‘parte’ con Él y así pueden servir al hombre”.
2º“¿Dónde
está tu hermano?” Hay que llevar a la vida de las parroquias y comunidades lo que se ha dicho para
la Iglesia universal. “¿Se tiene la experiencia de que formamos parte de un
solo cuerpo, que recibe y comparte lo que Dios le da? ¿Un cuerpo que conoce a
sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos
refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en
el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta
cerrada?”.
3º
“Fortalezcan sus corazones” “como individuos tenemos la tentación de la indiferencia.
“Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el
sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para
intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de
horror y de impotencia?”.
Miércoles de Ceniza
Mt 6, 2-18
|