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viernes, 30 de septiembre de 2016

La misión ad gentes - Domund 16

Alguien definió el mundo actual diciendo: “Nunca se corrió tan deprisa hacia ninguna parte”. Cuando se pierde el punto de mira y la meta desaparece en el horizonte, todos los vientos son adversos, como para el navegante que no ve el faro. No es así en la misión ni puede serlo en la vida de un cristiano. La meta está clara. El destino es llevar la Buena nueva de la ternura y del amor de Dios a los hombres; un mensaje de misericordia que penetra en el interior de quien lo recibe y provoca la conversión. Destinatarios de esta salida son todas las personas, sin distinciones: “Todos los pueblos y culturas tienen el derecho a recibir el mensaje de salvación, que es don de Dios para todos” (n. 6).


La principal característica de la Jornada Mundial de las Misiones es hacer visible la universalidad de la Iglesia. Los destinatarios más inmediatos del DOMUND son los mismos cristianos, que descubren el infinito amor de Dios con la predilección por la oveja perdida y la urgente invitación a las otras noventa y nueve para que salgan del redil en busca de las que todavía no conocen al Buen Pastor y andan perdidas por el mundo. Es el mandato misionero, para hacer partícipes a otros del amor de Dios.

La misión ad gentes tiene como destinatarios principales a quienes aún no conocen el Evangelio. Así comenzó esta singladura peregrinante, en la que se puede afirmar con certeza que la vitalidad de las comunidades cristianas se puede medir por su vibración misionera. Amplios son aún los espacios geográficos, culturales y sociales que están esperando la luz del Evangelio, y por eso Francisco no duda en afirmar que la misión ad gentes es una “grande e inmensa obra de misericordia tanto espiritual como material” (n. 1). 

El Papa reitera la predilección que vivió Jesús en la tierra: “los pequeños, los descartados, los oprimidos” (n. 2). Ya expresó la misma inquietud con motivo de la Jornada del pasado año: “¿Quiénes son los destinatarios privilegiados del anuncio evangélico? [...] Los pobres, los pequeños, los enfermos, aquellos que a menudo son despreciados y olvidados, aquellos que no tienen cómo pagarte. La evangelización, dirigida preferentemente a ellos, es signo del Reino que Jesús ha venido a traer” (Mensaje DOMUND 2015). Dios Padre “se dirige también con amor a los más frágiles, porque su grandeza y su poder se ponen de manifiesto precisamente en su capacidad de identificarse” con ellos (n. 2).

Anastasio Gil García

Director Nacional de OMP España