Desde ayer, los misioneros y misioneras sevillanos/as tienen
un nuevo intercesor en el cielo. A primera hora de la tarde del pasado 21 de
Octubre del MES MISIONERO ESTRAORDINARIO expiraba nuestro querido misionero
ad-vitam Don José Leal, sacerdote diocesano: santo, afable y siempre con buen
humor, muy vinculado a la parroquia de Santa María la Blanca.
Demos gracias a
Dios por su larga vida y ministerio entregado al continente Africano y encomendamos
su alma al Señor a quien consagró su vida. Esta entrevista-dialogo que concede
a nuestro colaborador Juan Antonio es más expresiva que toda necrológica que
podamos narrar en estos momentos de añoranza esperanzada. Descanse en Paz.
TODO COMENZÓ EN EL
SEMINARIO
Aunque mucho me había hablado Eduardo de D José Leal, cuando
me encontré con él cara a cara me di cuenta que se quedó corto.
Todavía resonaban los ecos del Ángelus cuando al fondo
aparecía D José Leal, puntual a la cita, para
conversar sobre su vida,
entregada por completo a la misión.
Fue a la edad de 20 años al entrar en el seminario cuando
decidió dar el salto a las misiones “influyó
la reflexión y el deseo grande de querer trabajar por los más necesitados”.
El destino le cogió por sorpresa, que le mandaran a África, le gustaba, aunque
hubiera preferido otro lugar como Japón,
al final se alegra de haber ido allí. Permaneció 36 años en África, 19 en Rodesia del sur,
actual Zimbabue y 17 en Rodesia del norte, actual Zambia. Allí realizaba
múltiples tareas como ir con frecuencia en las escuelas o visitar las distintas
comunidades siendo lo más importante el contacto con las personas y la cercanía
con las gentes del pueblo.
Aunque la lengua no fue un impedimento lo complico todo, ya
que por ejemplo en Zambia hay 72 tribus y cada una con sus lenguas, aunque lo
fundamental es “integrarse con la gente
y con el sitio”. Él lo comenta con la misma frescura como si estuviera
comenzando su ministerio. No está nada quemado aunque si desgastado por el
Evangelio. Felicidades Don José, le digo.
PARA IR A TIERRRA DE MISIONES “HAY QUE LLEVAR UNA VIDA SANTA
PORQUE SE VA A EVANGELIAR, lo demás
siendo también importante queda en segundo lugar. A veces se va a sitios tan
precarios que se tienen que hacer cosas que realmente jamás había pensado en
realizar como hacer escuelas o construir caminos.”. LO FUNDAMENTAL, TANTO
ENTONCES COMO AHORA ES “LLEVAR A
JESUCRISTO, ES EL TESORO QUE TÚ TIENES, ES EL MOTOR TUYO Y ES LO QUE TE HACE
LANZARTE HASTA TIERRAS EXTRAÑAS”.
Optimista y positivo son dos cualidades que tienen que tener
los misioneros “vives de la Fe,
Jesucristo es el centro de tu vida por lo que lógicamente tienes que ser
optimista y positivo. La Fe te hace quedarte en tierra de misión y dar ejemplo
de tu vida gracias a ese motor fuerte interior que es Jesucristo, que te mueve,
te impulsa y te llama a ser fiel con Él”.
Vamos concluyendo la
animosa conversación y al preguntarle por unos de los momentos más complicados
que le tocó vivir no lo duda, fue la muerte del sacerdote Paco Macías. Este
joven misionero llevaba solo 8 días en tierras africana y en el norte de Zambia
, camino a la escuela donde asistía para aprender la lengua de la región tuvo
un mortal accidente , su coche choco con otro que venía de frente y falleció en
el acto.
Pepe no iba en el coche aunque si un compañero suyo que resulto
herido, Él se encargó de repatriar el cadáver desde Zambia hasta Carmona, de
donde procedía Paco y nos comentó “Tenía
miedo de venir con él, traer un cadáver desde Zambia a España no es fácil, hay
muchas dificultades aunque recibí mucha ayuda. Lo embalsamaron allí y nos
dirigimos a la embajada de España para poder salir. Pasamos por los aeropuertos
de Grecia y de Roma, siempre pendiente y asegurándome de que el ataúd seguía
con nosotros y no acabara en otra parte. Una vez en Sevilla nos dirigimos a
Carmona donde nos esperaba todo el mundo”.
Emocionado por estas palabras sobre la muerte del misionero
nos quedamos los dos en silencio, el quedo muy agradecido y yo con emoción
guardé en mi corazón su testimonio con ganas de gritar a los cuatro vientos.
Aunque en su rostro se puede apreciar el paso de los años,
el amor y la bondad no son aliados del tiempo y en sus ojos se puede ver aun
ese ardor misionero que sigue latiendo con la misma intensidad que le impulso a
Evangelizar por tierras africanas. Gracias D José Leal por esa vida dedicada a
la misión y por todo por lo que aún le queda por hacer, ya no desde áfrica,
sino desde aquí……… porque Don José es un misionero emérito pero no en paro.
Juan Antonio Martin.