-¡Jesús va al desierto!
Seguro que imaginas que va totalmente solo y que esto va
a ser una dura prueba. Pero sabes que va allá con la fuerza del Espíritu Santo.
Y además, el desierto no está tan vacío como piensas. Al
principio es duro: es un reto, todo parece hostil y… uno experimenta lo poco
que somos. Entonces, se puede descubrir también que Dios está allí, que se
ocupa de nosotros si le dejamos actuar.
Señor, contigo iré al desierto.
Guíame en tu amor.
Dame la fuerza de tu Espíritu.
Enséñame el camino.
Condúceme a la verdad.
Aleja mi corazón de todo lo que
divide,
que tu amor vele por mí.
El desierto es, lo sé,
un lugar de pruebas y de luchas
pero es también el lugar
de la alianza contigo.
Concédeme saber avanzar
con rectitud y fuerza.
Como tú, Señor,