2º domingo de Cuaresma
Mc 9, 2-10
-Cada país tiene sus montañas sagradas. Ya Moisés, en el
Monte Sinaí, había tenido la revelación de Dios en una zarza ardiente y un poco
más tarde, durante el Éxodo, recibió allí mismo las Tablas de la Ley. Jesús también subió a una
montaña. La montaña es un lugar simbólico en la Biblia : nos acerca al cielo, y acerca sobre todo el corazón del
hombre al corazón de Dios.
¡Llévame a la montaña!
Llévame lejos, más alto,
más cerca de la luz.
Llévame a contemplar el mundo,
a llenar mis ojos de maravillas,
a ver todo lo que nos rodea
un poco más allá.
Llévame a respirar
aire puro,
a sentir cómo el viento fresco
me invade completamente.
Llévame allí donde
el cielo casi toca la tierra,
allí donde Dios
habla al corazón del hombre,
allí donde el hombre se extasía
ante tanta hermosura