Jueves Santo
Jn 13, 1-15
-Decididamente Jesús no deja de sorprendernos. Cuesta a
veces entender algunos de sus gestos. Sobre todo cuando hoy estos gestos no
quieren decir exactamente lo mismo. Parece un enigma. De hecho, para descubrir
su sentido, basta decir que Jesús no obra sino por amor.
¡Y así no le falla nunca! Mírale, se pone de rodillas,
Él, el Señor. Quiere hacerse pequeño y servir, hacer un gesto de acogida lleno
de humildad. Te imaginas cómo al caminar, en tiempos de Jesús, en seguida se
manchaban los pies de polvo y sudor. Se comprende, pues, cuánto se agradecía un
poco de agua en los pies al llegar.
Era un gesto de limpieza, pero también de acogida y
delicadeza. Mira de nuevo a Jesús nos muestra una forma concreta de ponerse al
servicio de los hermanos.
Te veo, Jesús, realizar
gestos de ternura y de servicio.
Te contemplo y aprendo
a servir a Dios
y a servir a los hombres.
Te escucho, Jesús:
te vuelves al Padre,
después bendices el pan y el vino
y lo compartes con los hombres.
Te escucho y deseo
convertirme yo también
en pan y vino para los demás.
Tengo hambre, Jesús,
de conocerte mejor,
de rezar mejor,
de unirme más a ti.