Dios mío, tu dijiste que soy más feliz
si creo en ti que si te hubiera visto.
Hazme capaz de creer como si viera,
que siempre te tenga ante mí
como si estuvieras presente corporalmente.
Que toda la vida mantenga la comunión contigo,
Dios escondido, pero viviente.
Tú estás en lo más hondo de mi corazón.
Cada idea de mi pensamiento,
cada buen deseo de mi voluntad,
provienen de la presencia dentro de mí
del Dios invisible.
Por naturaleza y por gracia estás en mí.
En el mundo material solo te veo borroso,
pero reconozco tu voz en mi conciencia íntima.
Si siento la tentación de dejarte,
Dios mío, ¡no me abandones!.
J. H. Newman.
¡Que bonito es luchar cuando se tiene fe
y se valoran las cosas a la luz de Dios!
Beata María de la Purísima de la Cruz.