Bueno
queridos amigos, llegó el final de un año diferente, donde se han multiplicado
las ocasiones de acompañar y servir a cientos de personas y familias, desde
nuestras limitaciones y aquellas que nos impuso el virus:
Quizás, no hemos podido avanzar en la mayoría de los grandes objetivos diocesanos que nos planteamos para ir aumentando la presencia y el estilo de Cáritas en nuestra diócesis; pero se ha fortalecido y regado su esencia, llevando de una mano a nuestros hermanos necesitados y de la otra la palabra de Dios.
Se ha
intentado que muchas familias tuvieran una comidita digna al día (incluso en
los peores día del confinamiento) y para eso ha habido manos que cocinan, manos
que donan, manos que limpian, manos que organizan, manos que rezan. También se
pudo regalar ropita limpia, casi nueva, a los que la perdieron en el camino de
la migración. Abrir las casas de acogida a los más desvalidos, especialmente a
familias con niños, enfermos y mujeres en situación de violencia.
Se ha
podido acompañar a que recibieran una atención sanitaria básica a muchos y en
algunos casos especializada, a conseguir
sus medicinas y dar el apoyo social y psicológico necesario a quienes se
acercaban.
Acompañamos
en la búsqueda de un “cuartico” donde arrendar y descansar sus cuerpos
agotados, promocionando con algunas familias pequeños emprendimientos que den
estabilidad a sus vidas.
Hemos
visitado personas abandonadas en camas de hospital, sin nadie que les acompañen
y nos hemos convertido en familia y amigos, acogiendo a algunas en su proceso
de recuperación,
También
nos ha tocado apoyar el entierro de migrantes que murieron solos, sin nada, ni
nadie...
Rezamos,
cantamos, reímos, soñamos, bailamos, reflexionamos, compartimos y lloramos detrás
de los muros de los centros de privación de libertad. En esos espacios, de los
que la sociedad solo piensa en negativo, la dichosa pandemia hizo brotar y crecer la solidaridad. El que
tenía para hacer algún remedio casero como “agüitas” de planas medicinales o
infusiones, compartía a las demás personas privadas de libertad enfermas; ante
la poca o nula atención del ministerio de salud.
Crecimos como seres humanos y en nuestra oración hemos encontrado a Cristo encarnado durmiendo en la calle junto a seis niños, haciendo la fila del comedor, pidiendo ayuda, golpeado y maltratado por la violencia machista, privado de libertad y enfermo sin recibir su medicación básica, drogado en una esquina huyendo de una sociedad que le rechaza, migrando contra su voluntad sin saber a dónde ir, con trastornos mentales sufriendo con cada alucinación o brote psicótico sin entender qué pasa en su cabeza, con miedo a expresar lo que siente dentro de sí.
Como
familia hemos abierto las puertas de la casa a diferentes situaciones: una mamá
soltera con sus tres hijas, una amiga que necesitaba reflexionar sobre la
realidad de su familia, alguna persona que está sola, sin nadie, otras que
puntualmente necesitaban espacio, escucha y consuelo,… en algún momento la casa
fue extensión de las Casas de Acogida, haciéndonos crecer en todos los sentidos y sin perder de
vista nuestro primer compromiso de servir y amar.
Nuestro
deseo de año nuevo es que cada vez seamos más los que nos impliquemos en romper
esas desigualdades sociales que no son fruto del destino, que desde nuestro
compromiso y servicio concreto nos atrevamos a cuestionar y hacer reflexionar a
nuestra sociedad, a nuestros políticos, para que en nuestras leyes TODOS Y
TODAS, sin depender de la capacidad económica, el lugar en qué nacemos, la
lengua que hablemos, el sexo, el color de nuestra piel, tengamos un lugar digno.
Deseamos
para el nuevo año que se defienda el bien común como ideal de proyecto social
de los Estados y que se eviten políticas limosneras que enconan el mal de la
pobreza.
Gracias
a todas y todos los que habéis sido parte de esta historia, los que de tantas
formas habéis puesto este año vuestro granito de arena. Sin vosotros nada de
esto sería posible. Os esperamos el próximo año junto con vuestros amigos y
conocidos para seguir soñando un mundo más humano y solidario.
Os
queremos, ¡Feliz año nuevo 2021!