Nació en el castillo de Javier
(Navarra) el año 1506. Cuando estudiaba en París, se unió al grupo de san
Ignacio. Fue ordenado sacerdote en Roma el año 1537, y se dedicó a obras de
caridad. El año 1541 marchó al Oriente. Evangelizó incansablemente la India y el Japón durante
diez años, y convirtió muchos a la fe. Murió el año 1552 en la isla de Sanchón
Sancián, a las puertas de China.
Fue el gran apóstol de los
tiempos modernos, como San Pablo lo fue de los antiguos. Misionero de soberana
grandeza, nos pasman sus obras portentosas. Fue el gran conquistador de
Oriente, que iba abriendo camino a un ejército de misioneros.
Despertó el espíritu misional de
la cristiandad. Decía el jesuita Araoz que Javier no hacía menos fruto en
España y Portugal con sus cartas, que en las Indias con su predicación. Sus
cartas maravillosas se copiaban y enviaban por todas partes. San Ignacio las
multiplicaba. Juan III de Portugal, el rey misionero, quería que se leyeran en
todos los púlpitos. Suscitaban vocaciones misioneras en todos las
universidades. Que el ejemplo de su vida siga suscitándolas.
¡Ay de mí, si no anuncio el
Evangelio!