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jueves, 8 de enero de 2015

Carta Infancia Misionera

JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA 2015


Queridos niños y niñas de nuestra Archidiócesis:

El próximo domingo 25 de enero celebraremos la Jornada de la Infancia Misionera con el lema “Yo soy uno de ellos”. El lema es precioso porque nos dice que todas las personas somos iguales. Nos dice también que los niños y niñas que nacen y viven en los países pobres del tercer mundo son iguales en dignidad y derechos que vosotros, niños y niñas del primer mundo, pues son como vosotros hijos de Dios, redimidos también por la sangre gloriosa de Cristo, siendo en consecuencia, hermanos nuestros.


En la homilía que pronunció durante la santa Misa celebrada en la plaza del Pesebre de Belén (25-5-2014), el Papa Francisco se preguntaba: “¿Quién somos nosotros ante Jesús Niño? ¿Quién somos ante los niños de hoy? ¿Somos como María y José, que reciben a Jesús y lo cuidan con amor materno y paterno? ¿O somos como Herodes, que desea eliminarlo? ¿Somos como los pastores, que corren, se arrodillan para adorarlo y le ofrecen sus humildes dones? ¿O somos más bien indiferentes?” A estas preguntas del Papa adultos y niños podríamos añadir nuevas preguntas: Si somos iguales que los demás niños y adultos, ¿por qué nos mostramos muchas veces indiferentes ante su sufrimiento, ante sus necesidades materiales y espirituales? ¿No debiéramos, como cristianos, ser sensibles a esas necesidades y ayudarlos? ¿No deberíamos ser capaces de ver en ellos al Niño Jesús, al Niño Dios que se encarna entre nosotros y busca que lo acojamos con el cariño y la ternura con la que lo acogieron sus padres, María y José?

El lema de la jornada de la Infancia Misionera de este año “Yo soy uno de ellos”, nos recuerda que todos formamos parte de una gran familia de hermanos, todos iguales, todos amados entrañablemente por Dios, Padre amoroso que desea que todos sus hijos disfruten de la gracia de la filiación divina, vivan con dignidad, sean felices, y compartan la alegría de ser hermanos entre sí e hijos de Dios.

Por eso, queridos niños y niñas, los cristianos debemos ser los primeros en mostrar nuestro amor de hermanos a todos los niños y niñas de los países pobres del tercer mundo que carecen de tantos bienes, alimentos, cultura, medicinas, etc. o que, por distintas causas, no conocen a Jesús. Sería bueno que fuéramos capaces de ponernos en el lugar de esos niños y niñas. Imaginaos que vivís en sus países, con sus carencias y necesidades, con sus inquietudes y esperanzas. De esta forma, podemos también sentirnos como ellos y comprender toda la ayuda y el cariño que necesitan de nosotros.

Probablemente os preguntéis, ¿y cómo nosotros podemos ayudar desde tan lejos a los niños y niñas necesitados de los países del Sur y de las tierras de misión? Lo podéis hacer de muchas maneras. Una manera muy importante de ayudarles es rezar, pidiendo a Dios por esos niños y niñas, por los misioneros y voluntarios que se dedican en cuerpo y alma a ellos. Rezar así es muy importante y lo podéis hacer solos o en compañía de vuestros padres, o con los compañeros de colegio o de catequesis. Rezar juntos es una manera muy importante de ser y hacer Iglesia, y vosotros, queridos niños y niñas, sois el presente y futuro más bello de nuestra Iglesia.

También podéis ayudarles aportando algo de vuestros ahorros. Lo poco que podáis compartir será mucho para esos niños necesitados. Todo esto como prolongación de vuestra hermosa participación durante la Navidad en la operación SEMBRADORES DE ESTRELLAS, en la que regalabais con una sonrisa en la calle preciosas estrellas de Navidad que anunciaban el mensaje de Jesús. Este bonito gesto seguro que ha provocado sonrisas en los mayores, y ha ayudado a tomar conciencia de lo que es el auténtico espíritu navideño. De esta manera, vosotros mismos pasáis a formar parte de la gran familia misionera, generosa y solidaria con los más necesitados. De esa manera, los niños y niñas de esos países comprobarán que, ciertamente, sois como ellos… y ellos como vosotros.

No quisiera terminar sin antes agradecer la gran labor realizada por todo el voluntariado en los colegios de la Iglesia y en los colegios públicos a favor de las misiones y de los misioneros. Mi agradecimiento también al Delegado diocesano de Misiones y sus excelentes y generosos colaboradores.

Queridos niños y niñas de la Archidiócesis: Quiero deciros que me siento orgulloso de todos vosotros y de vuestro amor a las misiones. Pido a Dios que os dé a todos un corazón sensible y solidario con los sufrimientos de los demás. Le pido también que seáis buenos cristianos y amigos de Jesús y el germen de una Iglesia cada día más viva y misionera.

Que la Reina de las Misiones os mire con ternura, os acompañe y proteja, y bendiga a vuestros padres y hermanos. Contad con mi afecto y bendición.




+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla