Nuestra Delegación Diocesana de Misiones ha organizado una vigilia de oración y ayuno “por los cristianos perseguidos, masacrados y asesinados por su condición de cristianos”. Se celebrará el jueves 16 de abril, a las siete de la tarde, en la parroquia sevillana de Santa Cruz.
El lema del acto alude al hashtag difundido a través de las redes sociales, “Yo también soy cristiano”, y en la convocatoria se destacan unas recientes palabras del Papa Francisco, con las que recordaba que “hoy en día hay más mártires cristianos que en los primeros siglos”.
Desde
hace mucho, pero sobre todo en los últimos tiempos, somos conscientes de que
vivimos en una sociedad indiferente, ciega y muda ante las persecuciones de las
que hoy mismo son víctimas cientos de miles de cristianos. La falta de libertad
religiosa, fundamento de tantas otras libertades del hombre, va devastando las
comunidades cristianas en países como Irak o Siria, como Nigeria, Kenia y otros
lugares de África, y tantos otros olvidados en la memoria colectiva de nuestro
mundo. Pero la realidad está ahí, y es terrible: desde quedar marcados
socialmente por el hecho de tener fe hasta ser asesinados por grupos
terroristas, expulsados de sus casas o expuestos a amenazas, vejaciones y
violencia. Ellos conocen cotidianamente la humillación gratuita, la marginación
y el exilio, incluso el asesinato. Las iglesias son profanadas, destruidas por
un integrismo que en el fondo nada tiene de auténticamente religioso. La
presencia cristiana milenaria en estos países, con su gran riqueza, está en
peligro, cercana a la extinción. Ante esto no podemos callar. No debemos callar
hermanos y hermanas se ha de traducir en primer lugar en ser conscientes de
esta realidad que están viviendo, para poder así rezar por ellos sintiéndonos
cercanos a ellos, que viven esta situación de persecución y de cruz.
Tú Padre de toda la humanidad. Aunque divididos en naciones y
razas, todos los hombres son hijos tuyos, de ti reciben la vida y la
existencia, y tu les animas a que cumplan tus leyes de modo que cada uno pueda
conocerte y amarte. Haz que desaparezcan los odios y las luchas, haz que una
paz perenne llene la tierra, y que en todo lugar la humanidad pueda gozar los
frutos de la paz y de la Resurrección de tu Hijo.
María, Madre del Señor, es signo resplandeciente en el camino del
pueblo de Dios, figura de una humanidad nueva y fraterna. Pidámosle a ella,
Reina de la Paz, que interceda para que, en los países devastados por tantas
formas de conflicto y donde los cristianos son perseguidos a causa de su fe, la
fuerza del Espíritu de Dios ayude a las personas a llegar al entendimiento,
haga caer las armas de las manos de los violentos y conceda confianza a quienes
están tentados de caer en la desesperanza.