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viernes, 3 de febrero de 2017

Hay más alegría en dar que en recibir

Malasiqui, enero 2017
Desde nuestra comunidad de Malasiqui, Pangasinan, al norte de la isla de Luzón, (Filipinas) os queremos compartir nuestras experiencias misioneras.

Estamos trabajando pastoralmente en dos barrios de las afueras de la ciudad de Malasiqui. Es una zona rural de campos de arroz y maíz. Ahí hay 5 capillas en las que trabajamos las misioneras junto con Darío. Los barrios se llaman Alacan y Guillig.


Estamos en el intento de crear comunión entre ellas y vivir como una sola comunidad. Para ello hemos ido realizando distintas actividades, entre ellas hicimos una peregrinación a la Virgen de Manaoag, patrona de esta zona, una escuela de evangelización sobre la Misericordia y ahora empezaremos otra sobre la Comunión ya que el tema de la Iglesia filipina para este año es: “La parroquia: comunidad de comunidades”.  Por otro lado, hemos tenido varias convivencias con niños y jóvenes de nuestras capillas, y adolescentes del Instituto Público.

Una de las actividades más importantes de este tiempo ha sido una semana de misiones en Navidad que hemos realizado con un grupo de niños/adolescentes. Y la siguiente semana con un grupo de jóvenes que habían participado antes en una convivencia.

La misión ha tenido lugar en 4 zonas diferentes con una realidad de pobreza bastante grande, especialmente en dos de ellas. Esta consistía en visitar las familias, casa por casa, hacíamos una oración con ellos e invitábamos a la misa que iba a tener lugar en esa zona, bien en el patio de una casa o en la calle mismo. Íbamos en grupos pequeños con una imagen de la Virgen y ella nos abría las puertas. La gente es bastante receptiva y han sido momentos muy bonitos de visitarles y compartir con ellos el mensaje de Navidad.

También para los que hemos participado, tanto para l@s chic@s como para nosotros, ha sido un tiempo muy bueno de experimentar que aunque no podamos hablar su mismo idioma o aunque tengamos poco, hay otros que tienen menos. Nos hemos sentido útiles y con mucho para dar a los demás.

Acabamos contándoos una experiencia que nos impactó a todos y que resume el espíritu de Navidad. Con el primer grupo, visitando las casas, uno de los pequeños grupos conoció a una abuela de unos 80 años que trabaja haciendo cestas de bambú para sobrevivir. Esta abuela les dijo que había días que no comía. Estos chicos, que estaban haciendo “caroling” por las noches (cantar villancicos de casa en casa para sacar algo de dinerillo), decidieron por su cuenta que con una parte de lo que recaudaran iban a hacerle una compra. El último día de la misión le llevamos el regalo a esta abuela y fue muy bonito. Fuimos todos y le cantamos villancicos, estuvimos otro ratito con ella. Lo más importante es la experiencia de poderse acercar a cada persona, cara a cara,  y experimentar que es parte tuya. Confirmamos una vez más que hay más alegría en dar que en recibir.

El pueblo filipino es muy acogedor y con mucha fe. Saben vivir con lo que tienen y agradecen a Dios el don de la vida, el poderla vivir cada día, aun en medio de muchas dificultades. Los filipinos siempre tienen una sonrisa en la cara.