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domingo, 22 de julio de 2012

El creador y el Universo

El comentario del cardenal teólogo, Elio Sgreccia, sobre el descubrimiento de la “partícula de Dios”

La importancia del descubrimiento de la “partícula de Dios” es reconocida por toda la comunidad científica, pero hay un dato que me parece todavía más relevante. Es decir que se va consolidando en todos la convicción de que el universo tuvo un origen y una causa proporcionada. A través de la historia de la ciencia ha habido una sucesión de teorías como la de la nebulosa originaria o la del Big Bang. Esta vez, la hipótesis se hace más profunda, llega hasta el corazón mismo de la materia: se supone que existe un elemento primigenio del que surgió todo. Nosotros la llamamos creación, en cuanto acción de un creador inteligente que ideó y quiso el universo.
Estos diferentes puntos de vista tienen una cierta relación con la fase inicial de la Creación, pero la verdadera causa no puede residir en los hechos científicos, sino en un ser inteligente que nosotros llamamos Dios, cuya acción es, justamente, la creación. La ciencia debe identificar el “factor primero” desde el punto de vista material, pero suponer la existencia de un creador es un salto filosófico. Puede darse que ni siquiera este maravilloso descubrimiento indique el acto inicial de la materia, pero es indudable que hay un inicio de la Creación. Entre la fe y la ciencia no hay oposiciones, a pesar de algunos episodios de incomprensión en la historia. La Biblia nos habla de la Creación como del primer lenguaje mediante el que Dios nos revela algo de sí mismo. Benedicto XVI ha elogiado en muchas ocasiones a los científicos inspirados por el estupor y por el agradecimiento frente al mundo que, ante sus ojos, se muestra como la obra buena de un Creador amoroso. El estudio científico se transforma de esta manera en un himno de alabanza.
La causa de beatificación del astrofísico Enrico Medi está en curso; fue él quien escribió estas palabras: «¡Oh, vosotras, misteriosas galaxias, yo os veo, os calculo, os estudio y os descubro [...] Yo os tomo en mis manos, estrellas, y, temblando en la unidad de mi ser, os llevo más allá de vosotras mismas, y en oración os ofrezco al Creador, que solo mediante mi podéis adorar».

Fuentes Vatican Insider