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viernes, 18 de octubre de 2013

Nuevo testimonio de una misionera, ahora desde Senegal

La vida de una misionera

Nací en Sevilla, Triana, alumna del colegio Cristo Rey de la calle Betis, desde joven, sentí que el Señor me pedía ayudar a los africanos, no sé si era por el color, o no sé por qué, solo sé que ese era mi sueño de joven.

A los 19 años, por aquello de seguir a Jesús, entré en el noviciado de la Hijas de Cristo Rey, en Granada. Durante el tiempo de mi formación, siempre tenía ese deseo de salir para países más pobres.

A los 29 años, mi congregación pensó abrir dos casas en Senegal, por supuesto me ofrecí voluntaria para venir a África, los miedos y los sueños se entremezclaban, la alegría de ir y el sufrimiento de dejar a los míos.

Al fin una carta me llego diciéndome que aceptaban mi propuesta de venir a África, y el 2 de Octubre junto con otra hermana volamos para Senegal.

Al llegar nos esperaban dos hermanas españolas, nosotras corriendo para coger el coche, cuando nos dijeron que pasábamos la noche en el Aeropuerto pues era peligroso coger de noche la carretera.

En fin llegamos a mi nuevo destino, Kaolack, allí pasaré los primeros 15 años de mi vida misionera, enseñado catequesis y español, nuestro principal empeño era acompañar y sostener a los cristianos, que son una gran minoría, los visitamos, tenemos reuniones con ellos y nos sentimos de la misma familia.

Nuestros alumnos son cristianos y musulmanes, a todos los educamos en los valores cristianos, como son el perdón, la lealtad, el espíritu de trabajo, la responsabilidad, etc, etc. La mayoría de los alumnos son musulmanes, ya que nuestros colegios son muy apreciados por la responsabilidad y la honestidad con que se trabaja, ellos admiran la educación que se les da a los niños.

De Kaolack me trasladaron a Dakar, la capital, ahí abrimos unas clases de párvulos, que mas tarde se convertiría en una gran escuela. Pero a mí me confiaron la formación de las jóvenes que querían ser Hijas de Cristo Rey. Así, formamos las primeras religiosas africanas de nuestra congregación, sucesivamente me mandaron a Mbour durante 6 años, siempre en la formación, y de nuevo a Kaolack donde continúe en un internado de jóvenes, y dando catequesis.

Esta es de una manera muy breve mi vida misionera, llevo 34 años aquí en Senegal, he vivido muchos momentos estupendos, me he sentido muy feliz entre los cenégales, y ellos me han enseñado a confiar más en Dios, a ser mas paciente, y a saber respetar el ritmo de cada ser humano.

Solo me queda dar gracias a Dios por haber pensado en mi para esta sublime misión, dura, cierto pero maravillosa, llevar a Cristo Rey a mis hermanos de otra parte del mundo, es una suerte y esa me ha tocado a mí. Esperanza Oliver